Como la Tierra, Saturno se halla inclinado sobre su eje. A lo largo de su órbita de 29 años, los rayos del Sol se desplazan del norte al sur sobre el planeta y sus anillos, repitiéndose después el proceso. La cambiante luz solar ocasiona que la temperatura de los anillos, hechos de billones de partículas de hielo, varíe de estación en estación.
Durante el último equinoccio en Saturno, que duró solo unos pocos días, el Sol se puso sobre los anillos, y la sonda espacial Cassini realizó observaciones detalladas de este singular crepúsculo. El equinoccio, uno de los dos momentos en el año de Saturno durante los cuales el Sol ilumina de costado el enorme sistema de anillos, proporcionó una oportunidad extraordinaria a la Cassini, en órbita al planeta desde 2004, que así detectó cambios de corta duración en los anillos, revelando detalles sobre su naturaleza.
Un análisis reciente de aquellas observaciones, realizado por el equipo de Ryuji Morishima, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, Estados Unidos, indica que una sección de los anillos parece haber experimentado una temperatura más alta de lo esperado, lo que ha proporcionado una pista clave sobre la estructura interior de las partículas de los anillos, de la que es muy poco lo que se sabe.
Los investigadores examinaron los datos recolectados por un espectrómetro infrarrojo de la nave. Este captó en esencia la temperatura de los anillos a medida que se enfriaban tras la exposición a la luz solar. Los científicos compararon después los datos de temperatura con los modelos informáticos que intentan describir las propiedades de las partículas de los anillos en una escala individual.
El planeta Saturno, visto por la nave espacial Cassini de la NASA durante su último equinoccio, en 2009. (Foto: NASA/JPL/Space Science Institute)
Lo que encontraron fue desconcertante. Para la mayor parte del conjunto de anillos de Saturno, los modelos predijeron correctamente cómo se enfriaron estos a medida que se sumían en la oscuridad. Pero una gran sección, la más externa de los enormes anillos principales, denominada anillo A, estaba mucho más caliente que lo que predijeron los modelos. El pico de temperatura fue especialmente destacado en la mitad del anillo A.
Morishima, Linda Spilker y sus colegas realizaron una investigación detallada de cómo partículas de los anillos caracterizadas por estructuras diferentes se calentarían y enfriarían durante las estaciones de Saturno.
Los resultados de su investigación sugieren que las partículas en esa sección del conjunto de anillos son más densas que en cualquier otra parte, posiblemente debido a sus núcleos sólidos, de hielo. Ello indicaría que esta sección es mucho más joven que el resto. En cambio, otras partes de los anillos podrían ser tan antiguas como el propio Saturno.
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